Es natural sentir celos. Desde la infancia queremos la exclusividad de nuestros padres y cuando llegamos a tener una pareja (novi@, espos@ o amante), la situación no cambia mucho, solo que la intensidad determina el tipo de celos que sentimos.
En una relación sana se dan en baja intensidad y hacen que la otra parte sienta el interés de su compañer@ y se esfuerce para ser mejor y mantener viva la llama del amor.
Pero, cuando se tiene miedo a la soledad y nos provoca angustia el solo hecho de pensarlo, comienza la desconfianza excesiva y se trata de controlar a la pareja en todas formas y horas, lo que acarrea un sentimiento negativo que de a poco destruye la relación. Esto ocurre cuando se piensa que hay un(a) tercer@ en discordia.
Quién alguna vez no ha sentido desconfianza hacia su pareja y temor de perderl@?
Es muy difícil describir esa sensación que se manifiesta con reproches y exigencias.
Cuando por desgracia los celos enfermizos atacan, la mente se nubla y la razón da paso al coraje que lleva en ocasiones a tomar acciones tales como:
- Hacer escenas en público.
- Reclamar airadamente (justa o injustificadamente).
- Golpear a su compañer@ e incluso,
- Causarle la muerte.
Haz lo siguiente:
- Analiza si hay motivo suficiente para desconfiar.
- Cálmate antes de reclamar algo.
- Habla del sentimiento que tienes sin violentarte.
- No cortes la libertad de amig@s que pueda tener.
Los celos son parte del amor y no puede exisitir una cosa sin la otra, pero, si eres demasiado celos@, sufrirás mas que la persona a quien celas y por ende vivirás desdichad@.
Animo! domina ese sentimiento!!
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